Tras haberme contado la historia de Julia, una escultura realizada en el céntrico Madrid, no he podido resistirme a compartirla con todos vosotros (los que todavía no la conocéis).
Se trata de una escultura realizada por Antonio Santín (Madrid, 1978) licenciado en bellas artes por la universidad complutense de Madrid y con una amplia trayectoria como escultor de obras públicas y para Museos y otras instituciones, además de premios y distinciones entre las que se encuentra el Primer Premio FINEF de escultura (2002), Mención de Honor en el concurso de escultura para la Plaza de Chueca en Madrid, organizado por la Empresa Municipal de la Vivienda, y Primer Premio de escultura pública organizado por la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid) entre otras becas.
Pero volvamos a hablar de Julia. Una mujer que diría que es única. Está quieta y todo el mundo pasa por su lado. Se reclina sobre la pared esperando, con sus libros en su brazo derecho, pero… ¿a qué espera? Allí lleva esperando desde el 12 de diciembre del 2003 y su autor, Antonio Santín, quería explicar una historia que sucedió en esta misma calle.
Su presencia se basa en una leyenda que se extendió fruto del boca a boca en el Madrid de mediados del XIX. El escultor la ha representado con libros sobre su brazo derecho reclinada sobre la pared del Palacio Bauer; y esto no es casual: pues bien, cuando a mediados del siglo XIX el acceso a las aulas de la universidad sólo estaba permitido para los hombres, se cuenta que una chica, de nombre Julia, acudía a las clases de la Universidad Central, ubicada en San Fernando, caracterizada de chico. Una mujer inconformista que luchó cada día por lo que más quería: estudiar, a pesar de su tiempo. Y Santín la representó como debía ser: con la delicadeza femenina, agarrando los libros preparada para estudiar y sabiendo que ella misma no se tenía que esconder de nada. Es sencillamente perfecta.
Cuando vaya por Madrid, no me olvidaré de la calle en donde me espera porque me recordará – una vez más –, lo que es luchar por lo indecible.
Pero Julia no se atribuye sólo a ella, porque Julia puede ser cualquier mujer de ayer y de hoy. Porque nosotras haríamos también lo indecible por luchar por nuestros derechos y por lo que soñamos hacer.
Que no nos quiten la ilusión jamás, chicas.
Yessica E. Historiadora del Arte y Gestora del Patrimonio Cultural.
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